Científicos ofrecen la prueba matemática de la existencia de Santa Claus
23 diciembre 2006
PETER CALAMAI
Redactor Ciencia
Un científico canadiense de primer nivel ha calculado el modo en que Santa Claus logra entregar durante la navidad regalos a los casi mil millones de niños que hay en todo el mundo –al menos a aquellos que no han sido malos.
Todo lo que necesita es mecanismos orbitales precisos, elfos que trabajen rápido, múltiples zonas horarias y la ayuda de las lanzaderas espaciales de la NASA, comenta Andre Yau, de la Universidad de Calgary. También necesita un trineo más largo que dos campos de fútbol que orbite a la Tierra a 23 veces la velocidad del sonido.
Yau realizó el trabajo a instancias de los fondos de una agencia federal, el Consejo de Ciencias Naturales e Investigación en Ingeniería de Canadá, que ha escrito un resumen en su página web http://www.nserc.gc.ca/. “Trata sobre una historia creíble como podéis ver, pero aún tiene agujeros”, comenta Yau, que se ha especializado en el estudio del clima en el espacio.
Santa Claus comienza su larga noche a bordo de un trineo que una lanzadera de la NASA ha puesto en órbita a 300 kilómetros de altura, solo 100 kilómetros por debajo de la estación espacial internacional.
Esa altitud permite que los renos se muevan rápido, comenta Yau, porque casi no hay aire para ralentizarlos. Por supuesto, todos llevan mascarillas de oxígeno y trajes protectores.
El trineo viaja a 28.000 kilómetros por hora, la misma velocidad que llevan muchos satélites orbitales y que resulta ser 23 veces la velocidad del sonido. Eso podría explicar por qué muchos niños afirman haber oído los cascabeles de los renos en la noche de navidad. En realidad se trata de la ruptura de la barrera sónica.
A esa velocidad Santa Claus es capaz de dar la vuelta a la Tierra cada 90 minutos, desde el polo norte hasta el polo sur y luego de vuelta, a medida que el planeta gira por debajo de él.
Pero Santa Claus solo entrega regalos durante la primera mitad de la órbita, porque a medida que se dirige al polo norte ya está bien entrado el día en el otro lado del globo.
Tal y como explica Yau, “No queremos que Santa Claus aparezca a media mañana, cuando los niños ya están levantados, ¿verdad?”.
Cada vez que el trineo pasa de nuevo por encima del polo norte, los elfos lo cargan otra vez con regalos en dos minutos. Los regalos ya habían sido ubicados en órbita previamente con la ayuda de la lanzadera espacial.
Aunque el tamaño del trineo de Santa Claus es un secreto, el profesor de Calgary ha sido capaz también de figurárselo. Aún cuando cada regalo fuese una pequeña caja de 2,5 cm de espesor por 10 de ancho y 15 de largo, eso serían unos 23.500 metros cúbicos de regalos por cada una de las 16 órbitas.
“Queremos que la parte frontal del trineo sea todo lo estrecho que se pueda, para reducir la resistencia, justo como un trineo de bobsleigh bajando una colina”, comenta Yau.
Basándonos en ocho renos, los científicos calculan que el trineo tine que tener un mínimo de 10 metros de ancho. Para mantenerlo estable en términos de vuelo, necesitamos que tenga una altura de 10 metros.
Eso implica una sección transversa de 100 metros cuadrados, de modo que dividiéndolo entre los 23.500 metros cúbicos que ocupan los regalos, nos da una longitud para el trineo de 235 metros.
Lo de hacer llegar los regalos a las casas de los niños en la Tierra, desde una plataforma zumbante ubicada a 300 kilómetros de altitud sobre el planeta, no es tan sencillo.
“Esa es la parte arriesgada”, reconoce Yau. Él cree que San Nicolás tiene algún aparato especial parecido a un tirachinas. “Pero aún desconocemos su funcionamiento científico”, admite el investigador.